viernes, 9 de julio de 2010

La reina del silecio (III): Papeles mojados

Huía de la banalidad del mundo cuando descubrió aquel cuaderno entre lo que había sido su hogar, ahora sólo era una vieja casa compartida con personas a las que sólo una sucia mezcla de sangre unía.


Aquellas líneas la dejaron exhausta. Unas simples cuartillas viejas que parecían ser un diario con letra descuidada. Pero aquel diario en forma de lamento sólo contaba una historia: su historia; aunque ella aún no lo sabía.


Cualquier otra persona habría visto esas sucias hojas como una simple confesión de algún demente, pero ella descubrió allí los sueños de grandeza que habían sido abandonados sutilmente en el ático del alma de aquella fortaleza de escombros que había sido su refugio para ausentarse de una sociedad superficial corrompida por el materialismo.

Permaneció en silencio durante lo que le pareció una eternidad antes de atreverse a continuar leyendo.



Sentía como si siempre hubiese conocido esa historia. Cada línea que avanzaba del diario le iba invadiendo la certeza de que no era casualidad nada de lo que relataban aquellas hojas ennegrecidas por la humedad y olvidadas en el tiempo. Línea a línea, su autor había ido documentando sin saberlo el descenso a un abismo de locura... ¿quién sería ésa persona que se hacía llamar la reina del silencio? Alguien le dijo una vez que cada palabra contiene parte del alma de quien la escribe. Desde ese frío atardecer de 1988, todos sus esfuerzos se centrarían en responder aquella pregunta, y devolver los sueños que años atrás habían sido abandonados un baúl de olvido.


Ahora, incluso aquel refugio empezaba a escapársele de las manos… Tal vez aquél no fuese un precio muy grande para poder volver a sentirse en casa. Tal vez.


Una brisa helada le acarició la piel, portando el aliento perdido de las grandes esperanzas.


//… вυrιed alιve

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